Cómo ser ciberpunk y disfrutarlo

Maielis González

 

  1. ciberpunk2Vas a salir de tu casa dando un portazo, y ni se te ocurra decirle a la pura a qué hora regresarás.
  2. Pon los audífonos a tope y camina al ritmo de la música mientras te ajustas un face de gobernar secretamente el mundo.
  3. Coloca tus implantes oculares de manera que puedas ver a través de la ropa de las jevitas que te encuentras a tu paso. Sonríeles mientras las miras de arriba a abajo, ellas nunca sospecharán qué es lo que sucede. Eso sí, mucho cuidado no se te pare ahí mismo y pases tremenda pena.
  4. Cuando llegues al descampado puedes optar por golpear a algún skater y robar despreocupadamente su aero-patín –porque sí, porque eres ciberpunk y estás en lo más alto de la cadena alimenticia–; o simplemente puedes caminar hasta la casa del Blade, disfrutando del paisaje de un día sin mucho smog.
  5. Si te decides por el aero-patín, deberás llegar rápidamente a la avenida y engancharte en el parachoques trasero de la primera cápsula que pase royendo el asfalto, o la jauría de skaters que de seguro te perseguirá para recuperar su posesión y posiblemente robar, en venganza, tus audífonos, tus implantes oculares y la chaqueta de nanofibra que tanto te gusta, te dará alcance.
  6. Si prefieres ir a pie, coge el atajo del bulevar de los outsiders. Allí todo el mundo estará en su negocio, por lo que no se fijarán en ti. Recuerda no quedarte mirando mucho para el sitio donde otras veces has conseguido merca, no sea que suscites la paranoia de los beduinos y en la próxima ocasión que intentes comprar chicunguña o vitriolo dulce 2.0 te lleves a cambio una golpiza.
  7. Ya frente a la guarida del Blade aprieta el botón del intercomunicador e infórmale que estás ahí para que desactive las alarmas. Él te hará algunas preguntas rutinarias para asegurarse de que seas tú y no un replicante. Cuando te interrogue sobre si ya te acostaste con Nébula, dile que Nébula no existe, que es una invención de su cabeza que solo piensa en ti teniendo sexo desenfrenado ya que él es incapaz de hacerlo por sí solo. Blade soltará una carcajada, te llamará «maricón» y te dejará pasar.
  8. Sube los escalones de dos en dos. Cuando llegues a la puerta, ya tu amigo la tendrá a medio abrir y te mandará a pasar con el mismo misterio de las veces anteriores, luego de mirar a ambos lados del pasillo. No digas palabra hasta que estés dentro.
  9. Blade te recibirá en calzoncillos, con toda la morbilidad de sus trescientas libras al descubierto. Caminará dándote las espaldas hasta su habitación y se desparramará en la silla que tiene frente a la computadora. Tú siéntate en el borde de la cama y di: «¿Qué bolá con el cortafuego ese, acere? ¿Ya lo rompiste todo?». Él te mirará con rencor y contestará: «¿Cortafuego? Esto es hielo puro, papa. Los hijos de puta estos le han metido un ICE militar a su red de bajo costo. Cuando yo lo digo: algo tienen que estar escondiendo.»
  10. Como no estarás de humor para seguirle la rima al Blade en su paranoia –y lo más probable es que en ese momento él esté en un mal viaje–, cambia el tema y háblale de Nébula.
  11. Cuéntale cómo esta noche te la piensas llevar para un nicho de alquiler y enséñale los créditos que le fachaste a tu madre. Blade te contestará distraído y seguirá haciendo clic con el botón izquierdo del mouse.
  12. Entretente una media hora en la casa de tu socio. Revisa su colección de sensofilmes; repasa por enésima vez sus holo-comics; déjalo que se explaye explicándote cómo los hijitos de papá que llegaron hace un mes al condominio no le han dejado acceder a la red local que instalaron y que, según Blade, utilizan, además de para conspirar contra el gobierno con el fin de derrocarlo e instalar un régimen tecnocrático, para espiarlo a él, puesto que conoce todo su plan.
  13. A las 18:30 di que te tienes que ir, que has quedado con Nébula y esta noche al fin vas a mojar. Blade te acompañará hasta la puerta de salida. Sacará su cabeza peluda al pasillo y velará porque no haya moros en la costa antes de dejarte ir.
  14. Haz un gesto obsceno con la mano antes de enfilarte escaleras abajo.
  15. Vete a la Zona de Tolerancia, donde has cuadrado para encontrarte con Nébula.
  16. En la versión del aero-patín deberás procurar no toparte con alguno de los skaters a los que has robado, quienes seguramente al caer la noche se dirigirán también a la T-Zone. Engancha una nueva cápsula en la avenida y preferentemente deshazte del aero-patín antes de llegar al sitio. Cúbrete con la capucha de tu chaqueta de nanofibra para evitar que te reconozcan, por más que tu glorioso penacho de cerdas biónicas se despeine un poco.

a’) Otra opción para evadir a los skaters sería tomarte una buena dosis de Apolvenusina que te transfigure momentáneamente en algún personaje poco conocido, pero no tienes suficientes créditos y realmente no deberías confiar en esos fármacos de producción nacional.

  1. Si vas caminando, como ya casi ha oscurecido, vete por los sitios más transitados. No te pongas los audífonos y coloca los implantes oculares en modo «detección de peligros potenciales».
  2. Al llegar, camina despacio y disfruta examinando la fauna heterogénea de la T-Zone: los neo-darks, con sus ojeras retocadas en el quirófano y su escualidez provocada por una ardua militancia bulímica; los hipperds, con sus muñecas tintineantes de cascabeles, siempre a mitad de algún ritual de fertilidad o comunión con la naturaleza que implica conectarse en circuito a la Red; los camajanes, con sus dientes de oro y sus music box. No mires a ninguno a los ojos.
  3. En un banco, apenas iluminada por el neón de las farolas, notarás que Nébula te espera. Morderá distraída sus uñas de plexiglás mientras mueve los pies al ritmo de la melodía de un music box
  4. Sonríele y elogia de nuevo sus mechas violetas y sus implantes dentales de titanio que tanto te excitan. Ella no te devolverá la sonrisa.
  5. Siéntate a su lado y pregúntale qué le pasa, que por qué tiene esa cara si hoy tú has conseguido un montón de créditos para alquilar un nicho y poder estar toda la noche a solas. Ella te mirará de manera extraña. No sabrás si es enojo o lástima lo que percibes en sus ojos. Finalmente te dirá: «Ya tus excentricidades no me parecen graciosas. Déjate de tanto nicho y tanto crédito. Y no me llames más Nébula, te dije que mi nombre es Claudia. Y estos –dirá sacándose de la boca sus aparatos dentales y salpicando un poco de saliva en derredor– no son unos implantes de titanio, son unos fucking brackets
  6. Claudia se levantará del banco furiosa y caminará a través del Parque G, pero solo por unos instantes, los que necesites para calibrar tus implantes oculares y volver a percibir la T-Zone con sus neo-darks, sus skaters y sus outsiders, con Nébula en lugar de Claudia, escurriéndose entre los neones de las farolas. Quédate un rato sentado en el banco.
  7. Momentos después levántate y sonríe con cinismo, convencido de que Nébula no valía la pena. Ya bien te lo había dicho el Blade: no todos están preparados para lidiar con ciberpunks.
  8. Echa entonces a andar con los audífonos a tope, tus sempiternos implantes oculares y unas renovadas ganas de comerte el mundo.

(Junio, 2015)

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s